De nuevo tuve la misma sensación que cuando la ví por primera vez en el cine. Me gustó.
Y me gustó por que no esperaba que una película que estaba adaptada de una novela de Michael Crichton, el hombre best seller, tratara de vikingos. Me gustó el planteamiento de la cultura vikinga enfrentada a una cultura primitiva y misteriosa. El contrapunto del protagonista ibn Fadlan, el árabe refinado, ante los modos y maneras de los nórdicos, bárbaros a la vez que fascinantes. El cómo la superstición vikinga transformaba a simples hombres de cultura cavernícola en temibles monstruos de folklore (recuerda en muchos aspectos al poema de "Beowulf"). Me pareció una película de esas que tienen "algo" que le perdonan o permiten poner un filtro a sus posibles defectos.

Me encantó como estaba escrito, nada que ver con otras obras bestseller de Michael Crichton, los puntos de vista del autor ficticio, las anotaciones del estudioso que reproduce el manuscrito, las diferencias con la película y sobretodo la manera en que el protagonista se sumerge en una cultura tan opuesta a la suya.
Destaco este momento de pelos de punta. Un rezo tan metalero que merece ser pronunciado con una jarra de cerveza en la mano.
3 comentarios:
Mierda. Sabía que algún día pasaría esto... ¡Suscribo tus palabras una por una! ¡No es posible! ¡Nunca coincidimos con las pelis! ¡¿Qué diablos está ocurriendo?!
Totalmente de acuerdo. Lo malo es que a mí, en el cine, ante el rezo metalero se me escapó un "Crom, ya sé que hace mucho que no te rezo" que hizo que el colega que estaba a mi derecha se pasase la oración partiéndose de risa...
Si es que los grandes momentos épicos del cine se cuentan con los dedos de una mano y el rezo de Conan a Crom es de lo mejorcito. Aunque yo me quedo con el Secreto del Acero del padre a Jorge Sanz. Creo que voy a hacer una selección de los mejores momentos "pelos de punta metaleros" del cine... :)
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